Empezamos a besarnos apasionadamente, sin pensar en quien éramos cada uno. Comencé a bajar, hasta sus pechos, allí me entretuve durante bastante tiempo. Eran riquísimos. Volví a subir para volverla a besar. Hasta que le dije: ¿Puedo? A lo que me respondió: Te estoy esperando. Y abajo me fui.